Dos extractos de la poesía de Karol Wojtyla, dos traducciones distintas que hoy comparto con los lectores para reflexionar sobre la #maternidad en el marco del Día de las Madres.

Maduro recogimiento
(Versión “El Don del Amor. Escritos sobre Familia” Ed. Palabra)
En las madres hay instantes en los que el misterio del hombre
alumbra en las pupilas el primer fulgor profundo,
como el toque del corazón detrás de la suave ola de la mirada
Yo recuerdo aquellos fulgores, que pasaron sin eco,
concediéndome apenas el tiempo de un simple pensamiento.
Hijo mío difícil y grande. Hijo mío sencillo.
Tú, ciertamente, te acostumbras en mí a los pensamientos de los
los hombres.
y a la sombra de esos pensamientos esperas el momento
profundo del corazón,
que tiene un comienzo diferente en cada hombre
y que está en mí por plenitud materna,
por plenitud que no sabe saciarse.
Escondido en este instante no sufres cambios
y a tanta sencillez conduces todo lo que hay en mí
que, si las madres reconocen en los ojos de los hijos del fulgor
del corazón,
yo permanezco absorta en tu Secreto.
Concentración madura
(Versión “Poesías” Ed. BAC)
Las madres saben los instantes en los que el misterio
humano
despierta de un reflejo de la luz en sus pupilas,
que parece tocar el corazón con la mirada apenas.
Sé de estas lucecitas que pasaron
sin despertar ningún eco
y duran lo que dura un pensamiento.
Hijo mío, complicado y grande, hijo sencillo,
conmigo te acostumbraste a pensamientos comunes a
todos los hombres,
y, a la sombra de estas ideas, esperas la profunda voz
del corazón
que en cada persona suena de manera distinta.
Yo soy la madre absoluta
y esta plenitud nunca me cansará.
Cuando eres presa de un instante como éste,
no sientes cambio alguno, todo lo mío te aparece
sencillo.
Ya sabes, cuando las madres captan en los ojos de sus
hijos
el hondo latido del corazón,
también estoy allí, recogida en su misterio.
¡Hasta la próxima!
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