7 recomendaciones para tener más disciplina
Cultiva tu disciplina con estas prácticas recomendaciones que nos hace Edith Gómez, colaboradora invitada en Haz y Aprende
Ganar en lo personal para crecer en lo profesional
Explorar la categoría
Creo que la acción requiere decisión, revisa mis publicaciones para encontrar ideas “resorte” que te ayuden a alcanzar tus metas y posibilidades.
Cultiva tu disciplina con estas prácticas recomendaciones que nos hace Edith Gómez, colaboradora invitada en Haz y Aprende
¡No eres el único! A muchas personas el mundo digital, aunque nos presenta un gran número de ventajas, nos puede generar sensaciones de cansancio y hartazgo.
¡Conozco algunos que incluso experiementan una especie de “resaca” digital al saber que han sido añadidos a un nuevo grupo de whatsapp!
Considero que hay tres grandes razones que provocan esa experiencia de “malestar en la cultura digital”:
Pareciera que podríamos hacer muy pocas cosas: ¡pero hay diversas oportunidades a nuestro alcance!
Pero considero que estos puntos previos son posibles cuando uno realiza un acuerdo consigo mismo sobre el uso de la conectividad e interacción digital. La identidad, quién soy y quién quiero ser, debe ahora también responderse desde la #eradigital.
Espero que estas recomendaciones sean de utilidad para ti. No dejes de contarme si estableces alguna acción concreta en tu vida a partir de estas recomendaciones ¿Qué consideras que podrías hacer a partir de esta reflexión? ¡Lo que tu puedas implementar será lo más importante a realizar!
Conoce qué es el mentoring y por qué contratar a cualquiera puede ser más caro de lo que imaginas. Descubre lo que te conviene saber sobre el mentoring.
El mundo en el que vivimos, vertiginoso y demandante, nos tiene acostumbrados a la creencia resumida de que solo existen dos resultados posibles ante un desafío de nuestro entorno personal, familiar o profesional: ¡O ganas o pierdes!, ¡No hay más! parece decirnos, con fiereza, nuestro contexto.
Desde luego que a todos nosotros nos gustaría “ganar” en la vida; la mayoría de nosotros queremos alcanzar a superar nuestros desafíos, lograr nuestros anhelos. Y muy pocos escogerían, por sí misma, la derrota. Es muy cierto que en esta última hay muchas cosas que podemos aprender, pero nadie se siente a gusto, pleno y realizado en medio del fracaso. No es un estado emocional que nos brinde la puerta directa a la realización. Puede ser una llave, pero no en sí misma la entrada a la satisfacción personal.
Hoy quiero platicarte que en este mundo presionante que experimentamos sí existe una tercera opción en el escenario de las posibilidades ante nuestros logros: muchas veces es más conveniente declarar, a tiempo y con sabiduría, un empate ante ciertos desafíos, retos y expectativas.
Es cierto que cuando nadie gana, todos pueden hacerlo tarde que temprano. Acompáñame en esta reflexión.
Vamos a pensar en el ajedrez, el juego estrategia que ha acompañado a los seres humanos desde hace más de un milenio. El objetivo es claro: ¡derrotar al oponente conquistando su rey y defendiendo el nuestro a toda costa!
¡Pudiera pensarse que es sencillo, pero pocas disciplinas mentales exigen tanta concentración, autoconocimiento, y proactividad por parte de un jugador! Cada movimiento puede acercarnos o alejarnos del objetivo, la estrategia es vitalmente milimétrica para aprovechar la ventaja y hacerse con el triunfo por encima del oponente.
En este juego, de rivalidad confirmada, existe la posibilidad del empate. No solo se gana o se pierde. Cuando no puede avanzarse, o en el momento en que se pierden las fuerzas necesarias, o tal vez en el instante donde no hay posibilidad de avanzar ni de ser formalmente atacado, los jugadores pueden acordar, con la venia de los jueces y la regla de competencia que se implemente, unas merecidas “tablas”.
Decisión salomónica que brindará a cada jugador medio punto, que viene a ser mejor que nada dentro de una competencia en regla. En épocas más antigüas, un empate en el juego equivalía a un nuevo intento posterior para lograr un desenlace con victoria. La partida tenía que repetirse: ¡buena analogía de lo que hoy deseo expresarte!
Consideremos que estás en búsqueda de un objetivo determinado. Lo has perseguido con todas tus fuerzas, durante mucho tiempo has intentado diversas estrategias sin alcanzar el apreciado éxito. Por muy variadas razones, internas y/o externas, no te ha sido posible alcanzar lo que buscas con esmero y estás, francamente, perdiendo la paciencia. Sabes que si continuas empujando acabarás en el despeñadero. Pero te sientes tentado a hacerlo pues te han dicho que solo hay dos alternativas: ¡o ganas y alcanzas tu gloria, o pierdes y saboreas la tierra en tu rostro!
Declarar un empate contigo mismo y con tu desafío, haciéndolo a tiempo sin consumir todas tus fuerzas y todas tus energías, puede representar no un premio de consolación sino un respiro. Declarar un empate significaría asumir que por ahora, en este momento, por diversas razones no te es posible continuar. No es un abandonar, no es como tal una derrota. Por que el objetivo habrá de seguir, firme en tu mira. Es una pausa posible para recuperar motivación y con renovadas fuerzas acometer, en una batalla final, lo que anhelas aún a costa de tus resistencias, zonas de confort o dudas más profundas.
La alternativa que te propongo entender ahora, desde tu interior, es que decirte a ti mismo que “por ahora no” es completamente diverso a afirmar un “nunca será para mí”.
Declarar un empate en este sentido no es “procastinar”. Afirmar que en este instante no te es posible continuar, no es derrotarte a ti mismo pues solo se trata de suspender la posibilidad del triunfo por una temporalidad determinada, y sin saborear la derrota definitiva, comprender que tu momento puede lograrse después. Que esta pausa era necesaria, es parte del propio camino de aprendizaje en el que te encuentras.
Cuando uno revisa una de las principales características de personalidad que está presente en los “emprendedores” actuales aparece, sin que haya controversia en ello, la tolerancia a la frustración y la perseverancia ante los objetivos planteados. Hablamos entonces de la capacidad de postergar, durante un cierto tiempo, la gratificación que se produce internamente ante el logro de objetivos determinados.
Saber esperar, el mejor momento, para tomar la cresta de la ola es una gran virtud de quienes se dedican a montar el mar en sus respiraciones y exhalaciones. ¡De ellos podemos aprender!
Algunos le dicen “timing”, a declarar sabiamente un empate; aprender a reconocer y aprovechar el mejor momento, tal vez el único instante, en el que podemos, haciendo gala de nuestras fuerzas y posibilidades, alcanzar lo que nos hemos propuesto. Decir “ahora no”, para mañana poder decirnos, con logro y satisfacción profunda, “ahora sí”.
La próxima semana continuaré con esta reflexión, planteando algunas pautas que te permitirán reconocer el momento de declarar, sin temor ni reserva, un empate con tus propios retos y desafíos. Un “stand by” que te facilite hacer acopio de recursos internos y oportunidades del contexto para finalmente ganar en la partida de tu vida.
Por ahora, te dejo de tarea pensar lo siguiente: ¿En qué aspectos de mi vida personal, familiar y profesional convendría declarar un empate? ¡Nos leemos pronto!Encuentra 4 prácticas para motivarte a ti mismo para alcanzar tus objetivos de forma realista y posible.
Registra puntualmente tus ideas; construye una Cartera de Creatividad. Identifica los momentos en que logras conectar tus metas y tus actividades.
Es una realidad que todos los seres humanos nos comunicamos. Queramos o no hacerlo. Sin embargo, expresar una idea no significa que quien la escuche será capaz de comprenderla y darle el contexto adecuado.
Pensar que hablar tiene por consecuencia la comprensión de uno mismo, o de quien nos escucha, es un error que deriva en múltiples situaciones incómodas y en considerables oportunidades perdidas.
Para asegurar tu mensaje no solo es relevante tener claridad en lo que deseas expresar sino que debes considerar, con dedicación y cuidado, cómo presentarás y entregarás eso que deseas compartir.
Los mensajes, sobre todo en un siglo tan ruidoso como el nuestro (donde la distracción es la enemiga a vencer), deben articularse desde la interacción y la retroalimentación con quien recibe lo que preparamos.
A los náufragos les servía de consuelo lanzar su mensaje, en una botella, a recorrer el mundo. La efectividad probablemente brilló por su ausencia, y no buscaban, me parece más que dejar constancia de lo que les había ocurrido. Nosotros podemos, y tenemos todo para hacerlo, asegurar nuestro mensaje buscando la efectividad no la simple constancia de que hemos expresado algo.
Para asegurar tu mensaje será necesario seguir una ruta específica, una serie de pasos que pueden ayudarte a ser más eficaz en tu comunicación. Esta ruta que ahora te comparto no es la única alternativa en el horizonte, si reflexionas sobre tu propio estilo y personalidad es posible que te animes a hacer alguna adecuación. ¡Adelante! Yo solo compartio ahora algunas ideas para encontrar la ruta que brinde los pasos iniciales.
1. Identifica con precisión lo que deseas expresar. ¿Una idea o pensamiento? ¿Un sentimiento o una emoción? ¿Una situación ya ocurrida sobre la que es necesario emprender una acción particular? ¿Una situación venidera sobre la que debe efectuarse algún tipo de preparación?
2. Considera las características de tu interlocutor. ¿Es una persona cercana en lo familiar? ¿Se trata de una amistad? ¿Algún colaborador del ámbito profesional? ¿Es un cliente? Entre mayor conocimiento tengas del interlocutor, más fácil te será encontrar una manera de expresar lo que deseas comunicar.
3. Analiza la motivación que está oculta en lo que deseas comunicar. ¿Qué esperas que suceda con lo que quieres compartir? ¿Requieres una respuesta o acción concreta de tu interlocutor? ¿Solo buscas informar a alguien sobre algo o deseas que tu información y mensaje implique un cambio en quien te escucha?
4. Diseña el contexto más adecuado para transmitir el mensaje. ¿En qué lugar o momento consideras que tu mensaje tendría un mejor impacto? ¿Cuándo sería oportuno comunicar tu mensaje? ¿Qué haría inoportuno el mensaje? ¿Qué apoyos puedes proporcionarle al mensaje? ¿A qué obstáculos estás expuesto al comunicar lo que deseas compartir?
5. Construye versiones diversas para expresar una misma idea, ensaya y selecciona la mejor. ¿Cuál sería la peor manera de expresar lo que quieres compartir? ¿Cuántas formas de expresar el mensaje podrías generar? ¿Qué te haría pensar que has comunicado bien? ¿Cuáles señales te permitirían saber que has logrado tu objetivo?
6. Brinda espacio a la retroalimentación que pueda darte tu interlocutor. ¿Qué te ha dicho sobre tu mensaje? ¿Cuáles partes del mensaje sí han quedado claras? ¿Requieres precisar algo más? ¿Si no has sido claro qué necesitarías replantear?
¡A través de un proceso de acompañamiento personal puedes descubrir cómo decir aquello que deseas expresar del mejor modo posible!
Podemos iniciar un proceso de life-coaching para ayudarte a descubrir la mejor forma que tienes para comunicar de manera asertiva lo que deseas expresar.
Se nos ha ido el primer semestre del año. En esta ocasión te comparto el recuento de las Imágenes motivacionales junio 2018, y me permito incluir un balance, recordando la importancia de seguir las metas 2018, sobre cómo voy avanzando en mis objetivos relacionados a este sitio web y a mi proyecto personal en términos profesionales.
Y en tu caso, ¿cómo van tus metas y objetivos personales? ¡Sigamos caminando!
[/caption]
[/caption]
[/caption]
[/caption]
¡Hasta la próxima!
En la antigüedad ser observador era una preciada profesión, un oficio valorado. Ya fuera en el frente de batalla, o en las travesías marítimas, quien desempeñaba este puesto sabía que tenía que ir a lo más alto para que, con una visión panorámica, pudiera proporcionar información, la mayoría de las veces vital, para el logro de un objetivo o para la superación de un obstáculo.
De ahí que quien dominaba la parte más alta y podía ver mejor, solía salir la mayoría de las veces victorioso de los retos que enfrentaba. La estrategia de los contrarios, incluía además, la lógica de “nulificar” al vigía o dominar los puntos de observación antes que el enemigo. La posibilidad de ver más allá de los demás era clave del éxito. También, si lo pensamos un momento, la observación con altitud de miras es clave para nuestro desarrollo personal y profesional. Tener mayor información, nos permite decidir mejor.
Hoy quiero, partiendo de esta imagen mental que he evocado brevemente, invitarte a ser el principal vigía en tu travesía cotidiana. A que puedas desarrollar la actitud de observar desde lo alto lo que te acontece y, a partir de ahí, poder plantear alternativas y soluciones.
Observar desde lo alto implica mantener la apertura para reconocer que las cosas que nos pasan pueden no corresponder al 100% con lo que nosotros pensamos o consideramos, incluso, sobre nuestra propia vida. Admitir que la realidad, tal como es, puede ser diversa a cómo nosotros somos capaces de percibirla. Este es un primer peldaño en el mastil para obtener una visión panorámica.
Por otro lado es justo reconocer que un buen vigía puede también, para ser más efectivo, considerar como un hecho comprobable que hay un límite natural a su propia apreciación del horizonte. Distinguir a “vuelo de pájaro” lo que alcanza a percibir de lo que no puede, por el límite natural de la vista humana, se vuelve crucial para su actividad observadora.
Saber que “hay algo más” de lo que alcanzamos a mirar, no solo implica “afinar” el ojo, sino reconocer que puede faltarnos alguna información para decidir adecuadamente y que deberemos imprimir cautela al curso del viaje en el que nos encontramos. Advertir riegos a la distancia puede ser todo un arte cuya práctica conlleve tiempo y pida esfuerzo (¡recuerda tener cuidado con la comodidad!).
Registrar, llevar una anotación puntual, ya sea mental o escrita, de aquello que se ha apreciado se vuelve considerablemente relevante para quien observa. Yo me atrevo a sugerir que el registro se lleve de forma escrita; hace tiempo leí a Jean Guitton, genial filósofo francés, con una máxima que ha sido importante en mi vida:
“lo que no se anota, se condena al olvido”
No es casual que los grandes escritores, sean también excelentes observadores de la realidad que les rodea. Quien no registra lo que observa deja al tiempo sus pensamientos. La recomendación de una bitácora desde las alturas no es aquí algo casual.
En el diálogo con personas que son cercanas a nosotros podemos encontrar también “ascensores” a la posición más alta de nuestra percepción. ¿Te ha pasado que en un diálogo tu interlocutor es capaz de plantearte una pregunta efectiva o mostrarte un ángulo diverso desde donde puedes “ver” mejor? Es como si un velo se corriera y nos permitira ver el cuadro entero, que estaba cubierto, ante nuestros ojos; una experiencia liberadora obtenida gracias a la conversación.
Hablar sobre nuestros retos, y nuestros desafíos, desde la posición que observamos la realidad no es un ejercicio vacío y carente de significado. Solo hablando somos capaces de entender a cabalidad lo que pensamos y sentimos (por eso dicen que la palabra, y sobre todo la verdad en esa palabra, nos libera de la posición parcial en la que podemos encontrarnos). Sin embargo debemos estar atentos, pues al regresar sobre nuestros pasos, o al equivocarnos de senda y vernos arribar al mismo punto del que partimos por otro camino, debemos saber que es necesario “subir” para ver mejor.
Debemos estar dispuestos a detener el rumbo y buscar un punto de apoyo para lograr una mejor vista. Tengo un eco, poderoso mientras escribo ahora, de la frase célebre de Kierkegaard:
La vida solo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede vivirse hacia adelante.
Esto es lo que buscamos. El punto que nos permite ver de dónde venimos, pero que nos conceta a dónde vamos. ¡Helo ahí! ¡El punto más alto de tu percepción!
Comprender el movimiento de la vida, el bordado de la biografía personal, te permitirá no solo remontar el vuelo, sino disfrutar del hecho mismo de volar.
Para despedirnos hoy, algunas ideas de lo que una visión panorámica puede aportarte:
Un buen proceso de Coaching debería ayudarte a lograr conectar con ese punto alto de observación personal; el coach, debe ser un aliado del vigía interno en pos de objetivos concretos que buscan transformarse en realidades. En este camino: